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4 de abril de 2013

Invitación a la Vida



“Haz un alto, cualquier cosa que estés haciendo, déjala por un instante.Esta es una llamada a la vida plena,
para que podamos reencontrarnos
con esa esencia que nos une…Un único y sagrado deber tienes, y es la suprema reverencia.
Entonces me verás vestido de árbol, montaña o amanecer y Mi Voz será audible a tu corazón.
Hay una sola manera de vivenciar la reverencia y es la felicidad interminable,
por eso te he diseñado para que ella sea tu condición natural.Ahora sólo falta,
en ejercicio de tu libertad, de esa cotidiana recreación
a la que estás invitado, disfrutar el sagrado regalo que te ofrezco en forma de vida;
es una preciosa oportunidad para crecer, pues en ese
acrecentamiento transparente, volverás un día a unirte a mí.

La mejor manera de retornar a la fuente es muy simple: sólo se trata de
jugar. Jugar sin pretender ganar ni temer la derrota, es como avanzamos
por el sendero sagrado. La caminata se convertirá en danza. Cuando tu
instante se llene de música y tu peregrinación sea una danza… el camino
de la luz habrás encontrado y otra vez seremos uno.

Nos enviaron al mundo a jugar, y ¡fíjate cómo estamos!. ¡Cuánto tiempo
deambulando sobre la Tierra, y aún cómo estamos!

¡Si sólo vinimos a jugar, si sólo estábamos jugando, si sólo se trataba de
jugar…!

¿Y si volviéramos a jugar?
¿Y si volviéramos a abrazar los árboles y descalzos caminar con reverencia?
¿Y si retornáramos a la ternura y así la inocencia fuera nuestro contexto?
¿Y si volviéramos a hablar con los árboles, con lo animales y a danzar con
las estrellas?
¿Y si realizando un esfuerzo evocativo volviéramos a oír la voz de Dios?
¿Y si no nos aguantáramos nuestras ganas de reír, de llorar, de cantar y
danzar, de celebrar y disfrutar, de vivir intensamente?

¿Si le susurráramos a la vida: “- te amo y prometo serte fiel -”?!

¿Y si volviéramos a jugar, sin olvidar que lo único serio, es el humor?

Hermano, presiento en tu mirada esas incontenibles ganas de apuntarte
otra vez a la vida plena. Que queden atrás problemas y preocupaciones,
convertidos en sagrados desafíos o valiosas enseñanzas.

Que queden atrás los temores y el autoengaño, la opinión de los demás y
la irreverencia; para dar paso al humor, para encarnar el amor, para
aprender ininterrumpidamente y reencontrarnos,
como flores del mismo jardín,
como árboles del mismo bosque,
¡como niños del Universo volando de retorno a casa!"

Chamalú
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14 de noviembre de 2012

Cuentos Para Pensar (V)



Un día como cualquiera, un padre de una familia adinerada llevó a su hijo a un viaje por el campo con el firme propósito  que su hijo viera cuan pobre era la gente que vive en el campo.

Estuvieron pasando todo el día y la noche en una granja de una familia campesina muy humilde.

Al concluir el viaje, ya de regreso a casa, el padre le pregun­ta a su hijo:

¿Qué te pareció el viaje?

Muy bonito, papa

¿Viste lo pobre que puede ser la gente?

Si

¿Y qué aprendiste?

Vi que nosotros tenemos un perro en casa, ellos tienen cinco. Nosotros tenemos una piscina larga hasta a la mi­tad del jardín, ellos tienen un arroyo que no tiene fin. Nosotros tenemos lámparas importadas en el patio, ellos tienen las estrellas. Nuestro patio llega hasta la muralla de la casa, el de ellos tiene todo un horizonte. Ellos tienen tiempo para conversar y convivir en familia, tú y mi mamá tienen que trabajar todo el día y casi nunca los veo.

Al terminar el relato, el padre se quedó mudo, y su hijo agregó: Gracias papá, por enseñarme lo ricos que podemos lle­gar a ser!!!

Autor Desconocido
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Cuentos Para Pensar (IV)

El Buscador



Esta es la historia de un hombre al que yo definiría como buscador...
Un buscador  es alguien que busca, no necesariamente es alguien que encuentra.
Tampoco esa alguien que, necesariamente, sabe lo qué es lo que está buscando, es simplemente para quien su vida es una búsqueda.
Un día, el buscador sintió que debía ir hacia la ciudad de Kammir. El había aprendido a hacer caso riguroso a estas sensaciones que venían de un lugar desconocido de sí mismo, así que dejó todo y partió.
Después de dos días de marcha por los polvorientos caminos divisó, a lo lejos,  Kammir. Un poco antes de llegar al pueblo, una colina a la derecha del sendero le llamó mucho la atención. Estaba tapizada de un verde maravilloso y había un montón de árboles, pájaros y flores encantadores; la rodeaba por completo una especie de valla pequeña de madera lustrada....Una portezuela de bronce lo  invitaba a entrar.
De pronto, sintió que olvidaba el pueblo y sucumbió ante la tentación de descansar por un momento en ese lugar.  El buscador traspaso  el portal y empezó a caminar lentamente entre las piedras blancas que estaban distribuidas como al azar, entre los árboles.  Dejó que sus ojos se posaran como mariposas en cada detalle de este paraíso multicolor. Sus ojos eran los de  un buscador, y quizás por eso descubrió, sobre una de las piedras, aquella inscripción…:

Abedul Tareg, vivió 8 años, 6 meses, 2 semanas y 3 días

Se sobrecogió un poco al darse cuenta de que esa piedra no era simplemente una piedra, era una lápida. Sintió pena al pensar que un niño de tan corta edad estaba enterrado en ese lugar. Mirando a su alrededor, el hombre se dio cuenta de que la piedra de al lado también tenía una inscripción. Se acercó a leerla, decía:

Yamir  Kalib, vivió 5 años, 8 meses, y 3 semanas

El buscador se sintió terriblemente conmocionado. Este hermoso lugar era un cementerio y cada piedra, una tumba. Una por una, empezó a leer las lápidas.
Todas tenían inscripciones similares: un nombre y el tiempo de vida exacto del muerto. Pero lo que lo conectó con el espanto, fue comprobar que el que más tiempo había vivido apenas sobrepasaba 11 años... Embargado por un dolor terrible se sentó y se puso a llorar.

El cuidador del cementerio, pasaba por ahí y se acercó. Lo miró llorar por un rato en silencio y luego le preguntó si lloraba por algún familiar.

- No, ningún familiar - dijo el buscador - ¿qué  pasa con este pueblo?, ¿qué cosa tan terrible hay en esta ciudad?. ¿Por qué tantos niños muertos enterrados en este lugar?, ¿cuál es la horrible maldición que pesa sobre esta gente, que lo  ha obligado a construir un cementerio de chicos?!!!

El anciano sonrió y dijo:
- Puede Ud. serenarse. No hay tal maldición. Lo que pasa es que aquí tenemos una vieja costumbre. Le contaré... Cuando un joven cumple quince años sus padres le regalan una libreta, como ésta que tengo aquí, colgando del cuello. Y es tradición entre nosotros que a partir de allí, cada vez que uno disfruta intensamente de algo, abre la libreta y anota en ella: a la izquierda, qué fue lo disfrutado…a la derecha, cuánto tiempo duró el gozo. Conoció a su novia, y se enamoró de ella. ¿Cuánto tiempo duró esa pasión enorme y el placer de conocerla?, ¿una semana?, ¿dos?, ¿tres semanas  y media?… Y después… la emoción del primer beso, el placer maravilloso del primer beso, ¿cuánto duró?, ¿el minuto y medio del beso?, ¿dos días?, ¿una semana?… ¿Y el embarazo o el nacimiento del primer hijo...? ¿y el casamiento de los amigos…? ¿y el viaje más deseado…?¿y el encuentro con el hermano que vuelve de un país lejano…? ¿Cuánto tiempo duró el disfrutar de estas situaciones?… ¿horas?, ¿días?… Así... vamos anotando en la libreta cada momento que disfrutamos... cada momento. Cuando alguien se muere, es nuestra costumbre, abrir su libreta y sumar el tiempo de lo disfrutado, para escribirlo sobre su tumba, porque Ese es, para nosotros, el único y verdadero tiempo VIVIDO.

Jorge Bucay
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