24 de abril de 2012

La Semilla que Buscó el Sol


El día que la pequeña semilla abrió sus ojos por primera vez, se sorprendió ante la realidad que la rodeaba. En su esencia de semilla, quería buscar la luz, sin embargo, es difícil ver la luz cuando estamos rodeados por la tierra oscura.
Inmóvil y aturdida por esta primera experiencia, pensó los diferentes caminos que podría tomar para alcanzar su meta; algunos, sin duda, la hundirían más en la tierra; otros le permitirían alcanzar lo que su esencia estaba buscando, caminos mas cortos, o mas largos, algunos mas ricos en alimentos y agua, u otros áridos y estériles. Siguió pensando: el camino sería arduo, pero su esperanza era fiel a su destino. Nada la detendría.
Recién nacida y débil, todo un carácter de semilla se mostraba en su ser; así es que si rodeos, miró nuevamente su realidad y se alimentó de cuanto encontró de rico y valioso y emprendió su peregrinaje. Múltiples brazos salieron de sí, algunos se aferraron a la tierra en donde serían a raíz que la alimentaría, a raíz que no le permitiría olvidar su ser de semilla. Pero un brazo, aquel que salía del centro de sí misma un día se transformó en brote.


Ayer me senté debajo del árbol que un día fue semilla y en el calor de la tarde su sombra cubrió mi cansancio y sus ramas apantallaron mi soledad. En el silencio de la tarde el árbol me contó su historia: al ver la luz comprendió  la aridez del camino recorrido y todo su sacrificio, entonces todo cobró sentido. El sol, por primera vez, acariciaba sus hojas y su energía le daba las fuerzas para no detener su crecimiento.


A veces despertamos a una realidad que no esperábamos, pero ella está ahí preguntándonos "¿Qué vas a hacer?". La respuesta está en nuestra esencia.


Liliana Blanco

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