16 de noviembre de 2010

Reloj descompuesto

Era domingo y estaba la familia reunida comien­do en casa de su abuela. Ella ya debía tener unos cator­ce años y estaba quejándose de que no conseguía hacer determinado trabajo para la escuela porque todo lo que empezaba a hacer terminaba mal.
-Quizás estos fracasos te estén enseñando algo -dijo su padre. Pero Brida insistía en que no; que ella había entrado por un camino equivocado, y ahora no había más remedio.
El padre la tomó de la mano y fueron hasta la sala donde la abuela acostumbraba ver la televisión. Ha­bía allí un gran reloj de pie, antiguo, que estaba parado desde hacía muchos años por falta de piezas.
No existe nada completamente errado en el mun­do, hija mía -dijo el padre, mirando el reloj-. Hasta un reloj parado consigue estar acertado dos veces al día.

Paulo Coelho

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