Ante un grupo de niños un hombre contó la siguiente
historia:
Marcos era el hijo de un humilde entrenador de caballos. Su
padre ganaba muy poco dinero y solo podía cubrir las necesidades básicas para
mantener a su familia y mandar al niño al colegio.
Una mañana en la escuela, el profesor les pidió a los
alumnos que escribieran cómo querían que fuese su vida cuando fueran adultos.
Marcos escribió siete páginas, esa noche, en la que
describía su meta. Relató su sueño con mucho cuidado, detallando los pormenores
e incluso dibujó un plano de todo el proyecto.
Él deseaba una gran extensión de terreno donde tener una
vivienda, establos para los caballos, corrales para diversos tipos de animales
y tierras dedicadas a la siembra y a la ganadería.
El proyecto era un sueño perfecto. Después de trabajar en él
varias horas, creyó tener el proyecto más ambicioso que un niño podría llegar a
tener. Con ánimo de ganador, al día siguiente se lo entregó a su profesor.
Dos días más tarde, recibió de vuelta su trabajo reprobado y
con una nota que decía: «Ven a verme después de clases» Marcos, muy enojado,
fue a ver a su profesor y antes de que éste dijera nada, le preguntó:
–¿Por qué usted me reprobó?
–Tranquilízate y siéntate, creo que lo tuyo es un sueño
imposible de concretar. No tienes recursos; tienes una familia muy pobre. Para
lograr lo que quieres, necesitarías mucho dinero.
Primero tendrías que comprar el terreno, pagar para
construir todo lo que pretendes hacer, comprar los animales, semillas para la
siembra y además tendrías muchos gastos de mantenimiento. Creo que es un
proyecto millonario, que no estás en condiciones de lograr.
Quiero que revises tu trabajo y consideres algunos aspectos
más realistas; tómate unos días, vuelve con el nuevo trabajo y reconsideraré
nuevamente la nota, le dijo el profesor.
Marcos regresó a su casa, pero para nada estaba convencido.
Pensó mucho tiempo en el asunto y finalmente le pidió consejo a su padre, para
saber qué opinaba sobre esta idea.
Éste con mucha sabiduría, le respondió:
–Mira, hijo, tienes que decidir por ti mismo, creo que es
una decisión muy importante para tu vida. Si crees de verdad que puedes llegar
a lograr, tu sueño, a pesar de la opinión de tu profesor, hazlo. Mi consejo es
que consultes a Dios, si tus deseos están dentro de Su voluntad, nadie en este
mundo va a impedir que se haga realidad lo que te has propuesto.
–Gracias por tu consejo, papá, creo que tengo la respuesta
para el profesor, respondió Marcos.
Regresó a la escuela, con el mismo proyecto, se lo entregó
al profesor y le dijo:
«Usted puede quedarse con mi mala nota, yo me quedaré con mi
sueño»
Los niños, que estaban escuchando la historia muy
atentamente, recibieron una lección muy importante. Pero eso no era todo, el
hombre les dijo:
Esta historia, es mi historia. Ustedes están en la casa que
me propuse conseguir cuando era niño, mis sueños, se cumplió hasta el más
mínimo detalle. Todavía conservo aquella tarea del colegio como recuerdo y
símbolo de una fantasía que se hizo realidad.
«Jamás trates de robarle un sueño a nadie, simplemente
porque tú no lo creas posible, porque un sueño sumado a la voluntad de Dios, siempre
es realizable, por más alocado que éste te parezca»
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